Vuelvo a sentirme la más estúpida de todas una vez más, sólo que esta vez no es por la confusión que pudiera embargarme sino porque no comprendo por qué me encuentro sorprendida al revivir esta situación otra vez. Ya de sobra sé que vos sos un caballo salvaje que no puede domarse, ni atarse, y sé también que yo siempre voy a ser la mujer a la que nunca vas a elegir sin importar lo que sientas por mí, sea lo que sea. Sé muy bien también que seguirás comportándote conmigo de la misma manera en que siempre lo has hecho.
Por mí parte no puedo más que ser leal a mis sentimientos, lo que me lleva a ser con vos una mujer que abre su corazón y brinda su cariño incondicional sin importarme cuán vulnerable me encuentre por ello, realmente eso ha dejado de importarme. Pude comprender en verdad y con asombro que puedo desenvolverme ante tí con plena naturalidad sin tener miedo y sencillamente me sentí feliz. Lo único que me genera pesar es no saber con cuanta frecuencia podré volver a experimentar esto.
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