domingo, 13 de julio de 2014

Oscuridad

La oscuridad cubre todo con su manto en medio de la noche y me siento perdida en su espesura. El silencio fue interrumpido al caer una intensa lluvia como adivinando la batalla arremolinada que sucedía dentro de mi.
Un rayo cortó furioso aquel manto negro permitiendo vislumbrar por una fracción de segundo los sentimientos reflejados tras mis ojos que se habían tornado grises dejando atrás aquel verde hipnótico. El sonido estrepitoso del trueno fue eco de mi furia.
Mi pecho parece romperse de dolor por la bronca que alberga y la tristeza me ahoga sin piedad al tiempo que gotas de lluvia dejan su rastro a lo largo de mi rostro. 
Me siento prisionera dentro de mi propio cuerpo y la frustración me hunde más y más en un charco lodoso difícil de abandonar. Es cómo estar atada de pies y manos por una soga tejida con mi propia autoexigencia. Habiendo perdido toda confianza en mi, perdí también mi alma y mi corazón; me siento vacía y sumamente perdida.
La noche cada vez más negra deja ver en el horizonte un mínimo rastro de luz y la tormenta permite oír por momentos una sutil voz a lo lejos que parece llamarme; pero no puedo moverme enterrada en el barro.
El temor ante la posibilidad de caer nuevamente en un abismo hace mi cuerpo temblar de pies a cabeza y siento latir mi corazón con fuerza en mis sienes. Lo único que se deja oír con volumen avasallante dentro de mi mente son todas sus mentiras dejándome humillada, obligada a gritarme a mi misma condenándome a la nada,llenándome de desprecio. Es todo lo que puedo oír de manera constante aún por sobre el sonido del diluvio, mientras permanezco inmóvil bajo aquel aguacero, ruego entre el lodo espeso que el agua se lleve todas mis penas y todo mi dolor...