¿Por qué me enamoraste?, ¿por qué jugás así conmigo?, ¿por qué me endulzás los oídos y te acercás a mí para luego alejarme de tí con todas tus fuerzas?, ¿por qué en las pocas horas que compartimos construimos un momento eterno y maravilloso que se termina esfumando entre mis dedos?, ¿por qué te veo alejarte?, ¿por qué intento alejarme y volvés a mí para repetir el ciclo?, ¿por qué soy el último escalón en el escalafón de tu amor?
Todo se construye y se destruye en un suspiro y es tan sólo en esa fracción de segundo cuando te poseo de manera genuina, con la fuerza de una pasión y con la potencia de mi amor que no te basta. Lo que doy no alcanza y ese es un dolor profundo, una herida que se abre y sangra repetidamente. Ese profuso líquido rojo se escurre por mi cuerpo y lo observo extrañada con la mirada perdida entre sus suplicantes deseos de vaciarme entera. Caigo rendida cada vez y ya no estás para sostenerme, mi mano extendida en vano te busca, la sangre espesa comienza a diluirse entre mis lágrimas. Me desvanezco de a poco y te sueño aún entre el inmenso dolor. Te quiero de vuelta cada vez aunque esta secuencia deba repetirse hasta el infinito, pues, por mucho que me lo niegue, me hacés falta, tanta falta que avanzo muy cabeza dura para darme de frente contra las mil paredes que me anteponés...
Te amo
Te odio
Te necesito
Te desprecio
Te adoro
Te amo
Te amo
Te amo, te amo, te amo...
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