Es tan extraña esta situación. Una vez más hacés oídos sordos a lo que te digo siendo, irónicamente, que siempre te quejaste de mis silencios. Yo hablo cuando tengo que hablar, cuando siento que debo hablar. Tenés que aprender a escuchar. Hoy soy yo la que digo que NO. Una palabra que me cuesta tanto pero que cuando la digo es inamovible porque surge en respuesta a algo que me ha herido demasiado.
Y ahí estás, de nuevo, sin pensar en mis sentimientos. Y ahí estás, de nuevo, preocupándote sólo por vos.
NO, no te estuve esperando arrastrándome por el suelo y llorando por los rincones. NO, me levanté y seguí adelante.
Una mano me ofreció su ayuda sin siquiera saberlo y sanó mis heridas. Un cariño eterno me unirá a él.
ÉL, una eterna incógnita pero siempre en mi corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario